Ese empujoncito.

Cuando estas al borde de abandonar, cuando no puedes más y todo te ha sobrepasado. Esa sensacion que recorre tu cuerpo de impotencia ante la vida. Cuando te sientes abatido, triste y decaido.
¿No puedes con tu alma, y solo tienes ganas de llorar? Sí, llorar con ganas. Meterte en la cama y no salir hasta que todo lo malo pase. La palabra que hay que tener en mente es TRAN-QUI-LI-DAD. Pidele calma a tu cuerpo, necesita un respiro, pero, ¿sabes qué? Qué tu cuerpo seguirá igual de avatido, lo único que te ayudará, sera el empujoncito de esa persona que tanto te quiere. Esa que sabe todo de ti, que está tanto en lo malo como en lo bueno.

¿Nunca habéis tenido esa sensación de estar solo? Sí, esa sensación que puedes sentir aunque estés en un concierto del grupo más popular del momento, en una clase llena de amigos, amigos de la infancia. Esa sensación aparece, y le da igual el lugar y el momento.

En un momento se te pasan todos tus problemas por la cabeza, te frustras al no poder hacer nada por parar de pensar, pero al fin y al cabo, acabas cediendo a tu subconsciente y te dejas llevar.

Este, te lleva a otro mundo, a un mundo que es bipolar, puede ser tanto alegre como triste. Ese es el dato, si te lleva a la felicidad, en ese momento que te sientes solo, pero piensas en todos los que te quieren y tienes a tu lado, en la gente que daría lo que fuera por ti, o que lloraría cuando faltaras, eso te hace salir de ese viaje. En cambio, si te lleva a la tristeza y te empeñas en que todo es una mierda, que nada merece la pena, y que nadie daría un puto duro por ti, te da igual quien venga a animarte, porque tú estas hundido en la mierda y muy pocos saben sacarte tan fácilmente, eso sí, siempre aparece esa persona que sí que sabe, te da un abrazo, no dice nada, solo te abraza y te hace sacar una sonrisa entre tus húmedas lágrimas que corren por tus mejillas. 

Necesidad de tenerle cada segundo a mi lado, de abrazarle, de quererle más y mejor. Necesidad de verle, necesidad de él. Necesidad de ti.